29 diciembre 2015

500 entradas y un sitio privilegiado


En mi entrada 500 un texto antiguo, aunque retocado, que quiero revivir ahora. 

Feliz 2016

Querida hija mía:


Espero que estés bien y que no te asustes mucho al recibir esta carta desde la Nada. Eres una chica fuerte y seguro que tras el sofoco inicial, te alegrarás de tener noticias mías. Menuda eras tú con esas cosas sobrenaturales que a mí me daban tanto miedo. 

Ay nena, también sé que eres muy moderna y te gustaría que hubiera usado el correo electrónico para comunicarme contigo pero es que en la Nada no hay servidores adecuados y si los hubiera estarían perpetuamente colapsados por la cantidad de gente que residimos aquí. No hay donde cargar los smartphones y el WI-FI sería increíblemente lento.

No te puedes imaginar lo que es ésto. ¿Te acuerdas de como se pone El Corte Inglés el 5 de Enero a eso de las 8 de la tarde? Pues eso, multiplicado por mil o por diez mil. Tampoco me hagas mucho caso, ya sabes lo mal que se me dan las cuentas. 

Aquí la vida es muy aburrida ya que no hay nada que hacer. Aunque estar en la Nada también tiene sus ventajas: como no comes no tienes que preocuparte por la dieta, por el colesterol y todas esas zarandajas; como no tienes necesidad de dormir, no necesitas somníferos o ansiolíticos; como no trabajas, no te sientes maltratada por ningún jefe. Tampoco te preocupas por si te salen patas de gallo o por el efecto de los radicales libres en la piel. Entre nosotras, que bien suena eso de los radicales libres. O sea, nena, que no se consuela quien no quiere. 

A lo que iba, hija mía. Dentro de pocos días te jubilarás de la empresa y será el momento de que te replantees las cosas. No, no quiero darte el sermón pero has de reconocer que empezará una nueva lucha para ti. Lo más importante: tienes que hacerte ama y señora de un sitio privilegiado. Me refiero al banco de la plaza. Sí, ese banco que en mis tiempos era rojo y ahora han pintado con ese horroroso color verde. 
 Nena, ese banco es tuyo. Te corresponde a ti como antes le correspondió a tu madre. 
¿Recuerdas las peleas que tenía con aquella mujer tan espantosa? ¿Cómo se llamaba? ¿Ramona, no? A cualquier hora del día, y sobre todo después de comer, se escondía detrás de los visillos mirando a nuestras ventanas para intentar ver si estaba por el piso o ya me había marchado a mi rinconcito en la plaza. Aquella lagarta quería pillar el banco antes que yo obligándome a no pisar aquella zona en toda la tarde. 
Era imposible estar con ella. Imposible tener que aguantar, una y otra vez, su impertinencia o sus cotilleos sobre todo bicho viviente y en especial de su nuera. 
 ¡Qué asco de mujer, señor! 
 Por eso a veces, cuando se me adelantaba y me agobiaba pasar la tarde entera en casa, iba por detrás del edificio lo más rápido que me permitían las piernas y el bastón y luego subía la cuesta hacia el parque de arriba. Me costaba mucho, pero todo sacrificio era poco con tal de no quedarme en casa y sentir que me había vencido. 
Sé que anda por aquí, pero no me la he encontrado. Si la viese por delante le iba a soltar unas frescas que para qué. Es lo bueno que tiene la Nada, es tan grande y ancha que se hace imposible descubrir a alguien conocido. 

Bueno cielo, me voy despidiendo. No tengas ninguna prisa por venir a hacerme compañía. 
Aún puedas hacer cosillas por ahí, aunque no quiero engañarte, nada de lo que hagas tendrá importancia cuando llegues acá. 
Sin embargo, y te lo pido por la memoria de tu madre que soy yo, por nada de ese mundo dejes que nadie te quite tu sitio en ese banco de la plaza. Ese banco en el que tu madre esperaba a la muerte y en el que ahora te toca esperarla a ti. 
Sí, ese banco que en mis tiempos era rojo y ahora han pintado con ese horroroso color verde.
Nena, ese banco es tuyo.  


Besos, amor  
Tu queridísima madre

09 diciembre 2015

La epopeya plebeya de Aquilino García

Canta, oh diosa, la cólera de Aquilino García; cólera funesta que causó infinitos males a los mercachifles y precipitó a la quiebra muchas almas valerosas de franquiciados, a quienes hizo presa de perros y aves carroñeras de origen bancario — cumplíase la voluntad de Zeus — desde la disputa entre el Área Comercial Old City , del Barrio Antiguo, y Confecciones Aquilino bastión inconquistable de la saga de los García en los últimos 150 años. 
¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan?
Sin duda Hermes, de multiforme ingenio, de astutos pensamientos, ladrón, cuatrero de bueyes, jefe de los sueños, espía nocturno, guardián de las puertas y al que le gusta hacer alarde de gloriosas hazañas ante los inmortales dioses. Airado con el Área Comercial Old City por no hacerle los debidos homenajes - alegaban los codiciosos falta de presupuesto - suscitó en sus miembros malignos pensamientos hacia el héroe Aquilino y su viejo y rancio comercio, consiguiendo que se considerasen ultrajados por su vecindad junto a sus establecimientos pulcros y rabiosamente cool.

Decidieron pues montar una comisión para redimir a Confecciones Aquilino de su anquilosamiento y se presentaron con las ínfulas del flechador Apolo en el vetusto establecimiento, exigiendo a su propietario un cambio de look - así dijeron - y conminándole a entregar una fuerte suma en dracmas para tener el privilegio de pertenecer a tan afamada área comercial.
Todo el grupo aprobó a voces las palabras de su portavoz - el comerciante franquiciado de la cadena de boutiques Helen and Menelao - y solicitaron a Aquilino que aceptase sin dudar el espléndido rescate necesario para tener una tienda fashion chic. Mas al bravo García no le complació el acuerdo, exhortándole enhoramala con amenazador lenguaje:

  • Idos a joder por ahí. 
  • Anciano, que no te encontremos cerca de nuestras boutiques y stores pues quizás no te valgan el orgullo y las ínfulas de viejo ladino. Reflexiona o atente a las consecuencias, no quisiéramos verte como singularizado fashion victim de este renovado barrio. 
  • Marchad. No me irritéis o vuestras nalgas sufrirán, a través de mi fosilizado fusil de asalto, la ira secular de los Aquilinos García de todo tiempo y condición.
Sin desplegar los labios, fuéronse por la orilla de la calmada acera y en tanto se alejaban, el bravo Aquilino gritó a Hermes, el de los pies alados.
  • ¡Óyeme tú, heraldo de los dioses, dador de hechizos y guardián de rebaños! Si alguna vez adoré tus gracias o quemé en tu honor pingües muslos de toros o de cabras, cúmpleme este voto: ¡Paguen los mercachifles mis lágrimas con tus flechas! ¡Dame poder y fuerza para vencerlos en singular batalla!
Conmovido por sus palabras, el dios de multiforme ingenio, decidió apoyar al bravo Aquilino en su lucha desigual.
Hoy en día, huido Marte a atalayas más lucrativas por tierras de mandarines; y por tanto, apagado el ronco rugido de Eris, la diosa de la discordia, el Área Comercial Old City tiene que sufrir con simulada impavidez el cutre baldón que representa mantener a Confecciones Aquilino encostrado en sus repulidas y modernizadas calles.