18 agosto 2010

Estaban avisados y no me hicieron caso

No me hicieron caso aunque estaban avisados:
 
El cantante de Los Campesinos! terminó lastimado cuando se tiró al público
 

Esto fue lo que publiqué aquí mismo el 2 de junio de 2008:
  • No lo entiendo, Hank. No comprendo como esos cabrones me dejaron caer así. 
  • Los tiempos cambian, Jeff. Los fans ya no son como antes. 
  • ¿Pero dejarme caer? Soy su ídolo. Tienen todos mis discos. Muchos han hecho páginas webs contando mi vida y milagros. ¿Por qué se apartaron cuando me lancé sobre ellos en pleno concierto?
  • Pensarían que eras un ovni. En serio, sólo te has roto la cadera, podría haber sido peor. La plataforma del escenario estaba a más de cuatro metros de altura.
  • ¡Cabrones! ¿Dónde está el espíritu del rock?
  • Desengáñate, murió cuando apareció el primer cretino dispuesto a vender su alma para tener un tema superventas en las listas de éxitos. El primer disco de oro mató a tu querido espíritu. Descanse en paz.
  • Déjate de retóricas, Hank. Desde que me representas, buena pasta te han dado a ti mis discos de oro y de platino. El problema sigue siendo el mismo: ¿por qué coño se apartó la gente? A Mick , a Lou o a Iggy nunca le harían eso.
  • Son venerables ancianos, Jeff. Todavía se respeta algo a los abuelos, aunque no te hagas ilusiones, sólo por poco tiempo.
  • ¿Y qué voy a hacer ahora tirado en esta cama y sin poder moverme?
  • Si fueras Dylan te diría que aprovechases e hicieses como él cuando el accidente de moto. Algo así como un disco del sótano. Pero hay un problema, tú no eres Dylan y tu banda no es The Band. Hablando de tus músicos, te informo que están buscando un cantante para sustituirte en la gira mundial.
  • Venga ya, no estoy para bromas, Hank. Mi nombre es el propio nombre del grupo, sería imposible. Sólo puede haber un Jeff Thomas y éste está en su mansión de las Islas Seychelles con la cadera rota.
  • No estoy de bromas, ya han realizado un casting y tienen candidatos. La cosa está chunga: tienes cientos de deudas, no vendes un disco -de hecho ya ni te piratean en Internet- y tu gente se quiere librar de ti. Se reducen las opciones.
  • Y tú ya sabes lo que debo hacer ¿no es verdad, Hank?
  • Me pagas por ello. He pensado que un suicidio o una sobredosis, te vendrían genial. Pasarías a ser leyenda, te pondrías de moda y se volverían a vender tus discos. Tus deudas desaparecerían como por ensalmo. Tranqui, todo sería virtual. Una buena cirugía, un nuevo país, una nueva vida...Te convertirías tu mismo en un nuevo espíritu del rock. ¿A qué te gusta?
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06 agosto 2010

La maldición vive arriba (Kaskarilleira Existencial 7)

Los Montescos tienen a los Capuletos. Superman tiene a la kriptonita. Chávez tiene al "imperialimmo" americano. Yo, más modesto, solo tengo a mi vecino.
Era hora de tomar una resolución. 

De poner las cosas claras. 
De dejarse de inútiles componendas y tirar hacia arriba. 
Observé por última vez mi arma mortífera y la puse en su estuche. Luego la guardé en el bolsillo trasero del pantalón.
Llamé a la puerta y salió aquel tipo bajito, fuente fatal de mis desventuras.

  • Hola vecino ¿qué te trae por aquí?
  • Quería pedirte un favor, si eres tan amable como para concedérmelo.
  • Suelta por esa boquita.
  • Creo que es de dominio público que soy detective privado en Kaskarilleira
  • El mejor, sin duda.
  • Gracias. Pues bien en los últimos días estoy metido en un asunto extremadamente complejo y enojoso que me obliga a patear mañana, tarde y noche los más alejados rincones de nuestra entrañable ciudad.
  • ¿Quieres que te ayude? Tengo algunos conocimientos de artes marciales.
  • No, no van por ahí los tiros. Me conformo con algo más sencillo. Simplemente que adelantes tus cotidianas actividades sexuales a una hora más temprana.
  • Pero…
  • Déjame continuar. Esta casa es muy vieja. Sus paredes son finas y transparentes como la piel de los viejos. Se oye todo. Cuando entras borracho y tropiezas con el mueble del recibidor. Cuando abres y cierras las persianas como si se tratase de una guillotina jacobina. Cuando tiras de la cadena del wáter y las cataratas del Niágara se precipitan tuberías abajo. Y sobre todo, cuando pretendes echar la casa abajo a golpe de polvos.
Tras mis últimas palabras, el tipo se empezó a hinchar como un pavo real. Le había tocado su punto fuerte. El único. Su punto G.
  • Por lo menos reconocerás que mis ocasionales partenaires se lo pasan de puta madre.
  • Si tu lo dices. Chillar chillan un rato, aunque tú lo haces menos atractivo cuando intentas acompañarlas con tus propios alaridos. En fin son tus cosas, pero quiero que me comprendas.
  • Comprendo que estás demasiado estresado y que necesitas un alivio de vez en cuando. Te puedo pasar una de mis chicas para que te eche una mano. ¿Quieres mirar mientras lo hago?
Imposible seguir razonando con un fulano tan infecto. Uno de esos que solo piensa a través de su miembro. 
Cayó pesadamente al suelo después de uno de mis exquisitos crochets de derecha. Antes de que se recuperase, saque la jeringuilla del estuche y se la clavé en el cuello. El bromuro alimentaría su arteria carótida y yo por fin podría descubrir si era verdad aquella vieja leyenda urbana sobre sus inapelables efectos.
Al menos podría pasar una noche tranquila.