31 octubre 2008

Leña al mono que se deja



"Leña al mono que se deja", el popular programa de cotilleos del fin de semana, vivió una jornada sorprendente en su última emisión. Después de quince minutos picoteando sin entusiasmo sobre las mollejas e higadillos de la actualidad, se procedió al degüello del primer invitado -en este caso invitada- de la noche.

Se trataba de Miss Andrews, la severa institutriz que cuidó en su ya muy lejana juventud a nuestra inefable Nancy Superstar. Como se sabe, los padres de Nancy eran personas adineradas y sabían que su hija, con tanto lujo a su disposición, tenía todos los boletos para ser una perfecta niña pija con la cabeza a pájaros. La decisión fue muy meditada: decidieron contratar una nanny inglesa para que alimentase de realidad a las pobres aves enjauladas y probar de paso si era posible colocar algo no volátil en la sesera de su idolatrada criatura.

Cincuenta y tres años después, Miss Andrews parece algo desmejorada y quizás ya no tenga fuerzas para ponerse el traje de Mary Poppins y volar por encima de las mansiones de la urbanización. Cualquiera lo hace con esa patrulla de vigilantes de seguridad, sin fantasía y con cierta tendencia a apretar el gatillo si aparece algún bicho viviente de color oscuro. La única ilusión actual de la venerable anciana es poder largarse de la Residencia de ancianos Madrecita de los Pobres Desamparados o al menos, si las monjitas se quedan con el dinero -cosa habitual cuando se trata de los ingresos extras de los viejecitos- mejorar la calidad de los postres en la residencia ya que cree recordar que en el mundo exterior no toda la fruta tiene aquellas costras tan negras y amargas al paladar.

La entrevista fue un éxito. La anciana salió sedada y en camilla en dirección al hospital entre los aplausos del público y las felicitaciones de los contertulios a la rematadora de la faena, la iracunda Facunda.

El conductor del programa presentó con sonrisa socarrona el segundo acto de la velada. Llegaba el momento del humor. Tenía su gracia ver a una vieja señora derrumbada en una camilla, pero resultaba algo patético al lado del divertimento que supone meterse una vez más con el hijo de la folclórica y el torero muerto. En realidad el muchacho es un tipo de lo más normal, pero siendo el hijo gordo y feo de una famosa, a su vez conocida por su altivez y soberbia. se le considera rica carne de cañón para los insaciables comentaristas.

La iracunda Facunda tensó las venas de su cuello hasta parecer una ballesta a punto de lanzar sus flechas mortíferas; los dos paparazzi buscaron el mejor plano tras el parapeto de sus papeles; la periodista amiga -de los Vips se entiende- ensayó la mirada arrogante de las exclusivas de postín; por último, el veterano Marrullas gastó uno de sus acostumbrados gestos amanerados que precedían casi siempre al ahuecamiento cínico de su mirada de sapo.

  • Facunda, comienza tú - dijo el presentador.

Facunda lanzo la flecha:

  • Una vez más el hijo de la folclórica se ha puesto en evidencia. Nuestro amigo, Paquuuuu...
Aquello parecía un mugido y sin duda había salido de la poderosa boca de la periodista.

Intentó volver a hablar:


  • Muuuuuu...
Sin duda, un mugido en toda regla. Un mugido de ley. Como el de la vaca rubia de mi tía Esperanza. Con la cara gacha,y colorada como un tomate de huerta ecológica, la señorita iracunda prefirió abandonar el plató.

Murmullos.

Voz solicitando silencio por parte del presentador y finalmente toma la palabra el ladino Marrullas:


  • Ignoro lo que la habrá pasado a mi compañera, Facunda, pero ya se sabe con las mujeres... y ésta tenía toda la pinta de estar con la regla - La risa esperada no fue secundada por el resto de la audiencia aún aturdida por la sorpresa.

  • Respecto al niño ese, sólo puedo decir que Paquuuuu... -Aquel nuevo mugido, algo más varonil, fue acompañado por el hiperveloz brote de unos objetos en las canosas sienes de Marrullas.

  • ¿Qué coño le pasa? - gritó un regidor mientras el veterano periodista se desplomaba en la moqueta.

  • Le están saliendo cuernos - respondió impasible la peripuesta amiga de los Vips.

Fue el acabose. En pocos segundos y tras el marasmo consiguiente, quedó el plató vacío y se cortó la emisión.

Esta mañana, los comentaristas del programa han celebrado una rueda de prensa. Marrullas, que escondía sus muñones con un gorro de lana con pompón, manifestó que había pasado una noche horrible con los cirujanos. Los especialistas -después de hacer diferentes pruebas con toda clase de instrumentos afilados y cortantes- habían decidido usar el método expeditivo de la broca común de taladro. Siguió diciendo que su indignación era tan grande, que sin respetar su convalecencia, había decidido con sus compañeros presentar una demanda de daños contra el hijo de la matador y la folclórica al que acusa, sin ningún género de dudas, de utilizar artes malignas para provocar su humillación pública. Algo nunca visto en la televisión. El puñetero Paquuuuuu..

24 octubre 2008

Escandalizados reunidos formando un montón



Ayer, en el Macroauditorio "El alma no se entrega", se produjo la mayor concentración de escandalizados de la que se haya tenido noticia hasta la fecha.
Veinteañeros sin oficio ni beneficio pero con ganas de bronca. Treintañeros prematuramente fosilizados tras tanta búsqueda de la estabilidad. Parejas del Baby boom sorprendidas por la inevitabilidad de los cuarenta. Cincuentones alterados o aletargados. Sesentones al borde del precipicio. Setentones ya en el abismo, pero aún agarrados a la ramita que pensaban salvadora. Octogenarios sin ilusiones, ni quimeras.
Todos ellos se encontraron allí, venidos de cualquier parte, acudiendo a la convocatoria realizada por la Red de Medios Resentidos, Ofensivos y Sobreexcitados (Re.Me.R.O.S.) Era su momento. Por fin podrían dar rienda suelta y sin complejos, al miedo y la vergüenza que les supone sobrevivir en un mundo en el que ha desaparecido su sistema de referencias.
En la parte delantera del recinto, se agolpaban las familias numerosas instaladas en la dicha de poder presumir de sus intachables instintos morales cara al resto de la colectividad. Un poco más atrás, se hicieron con un sitio los célibes-en sus ramas civil y eclesiástica- haciendo gala de su suntuosa misantropía pero sintiéndose íntimamente satisfechos de poder guarnecer sus espaldas gracias a la presencia de varias colonias de iridiscentes infantes uniformados y vociferantes. Al final de todo, en las esquinas sombrías, se resguardaban los seres viscosos procedentes de las cloacas de la dignidad ofendida y el saber estar.
A la hora prevista, las 10 de la noche, aquella masa concienciada comenzó a agitarse. A su lado, los Monitores de Moralidad Subyacente les dieron las últimas instrucciones sobre como colocarse el escandómetro en el antebrazo, casi a la altura de la axila.
Se apagaron las luces, el enorme y plateado contador de neón empezó a palpitar y en las dos enormes pantallas del recinto empezaron a aparecer imágenes de malestar en forma de recopilatorio noticiero de asuntos desagradables. La multitud empezó a rugir, el enorme contador se puso en marcha y el staff interventor -formado por cuatro notarios y noventa y tres taquígrafas- empezó a tomar buena nota de las veloces cifras.
Fuera se oía el sonido acompasado de los miles de escandalizados que no pudiendo entrar en el envite, formaron, con sus propios cuerpos,
una cuña humana para intentar derribar las puertas del auditorio. Tarea inútil.
En cambio dentro la situación habían evolucionado hasta cierto frenesí agitado.
Parte de los reunidos, dejándose llevar por instintos secretos buscaron la intimidad de las gradas vacías. Otros prefirieron permanecer en la propia pista central del macroauditorio mientras se sentían atacados por fogosos berrinches incontrolables. Menos mal que cerca estaban los Monitores de Moralidad Subyacente y algunas cuadrillas de Protección Civil debidamente pertrechadas con camillas y bebidas isotónicas. Apenas hubo incidentes, algunos levitantes de bajo vuelo y una docena de personas penetradas por una estupidizante arrobamiento lejanamente emparentado con la mística.
Era todo muy vehemente, muy confuso pero moralmente intachable.
Al fin el Gran Conductor dijo las palabras que todos esperaban:

  • "¡Lo hemos conseguido! Hemos echado un pulso al gobierno y lo hemos ganado. El nivel alcanzado por nuestro empuje sería suficiente para derribarlo e incluso para hacerlo desaparecer de la faz de la Tierra"

Todos miraron al contador y se sintieron felices de contemplar aquella cifra astronómica. Era superior, muy superior, a la cantidad consignada por los Presupuestos Generales del Estado para este año. Prorrumpieron en vítores al Gran Conductor, a los medios implicados en el evento y a ellos mismos como autores de la proeza.
Cesaron las imágenes, se encendieron las luces y se oyeron los últimos suspiros.
Fuera esperaban los autobuses y la multitud satisfecha de si misma y ya relajada, se dejó llevar como rebaño hasta el anonimato ahora apetecible.

16 octubre 2008

Deconstrucciones o derrumbes



  • Es usted el último descendiente vivo de su tío, por eso he pensando que sería la persona más adecuada para ayudarme a introducir algunos datos biográficos como colofón de mi tesis doctoral sobre su obra.

  • ¿Una tesis sobre mi tío? No pierda el tiempo, hay gente más interesante que él.

  • Demasiado tarde, llevo cinco años dedicados al estudio de sus textos. Creo que se ha cometido una enorme injusticia con su figura y pretendo con mi estudio sacarlo del anonimato y ponerlo en el lugar que le corresponde.

  • El lugar que le corresponde es la nada y mejor atado con unas buenas cadenas para que no haya peligro de que pueda salir de allí.

  • Entiendo su postura. Convivir con un escritor de tanta enjundia debe ser difícilmente soportable. Las personas como su tío suelen ser seres huraños, quisquillosos, introvertidos. Se entregan a su arte de una forma monomaníaca, lo que les impide tener una relación fluida y normalizada con su entorno. Piense en lo harto complicado que debió ser vivir con Dostoievski, Rimbaud, Baudelaire o Kafka.

  • Por favor, le ruego que no me suelte el listado completo de escritores maravillosamente complicados y geniales. Mi tío no era maravilloso, ni complicado, ni mucho menos genial.

  • ¡Eso es justamente lo fantástico de él! Eligió llevar una vida anónima y gris a sabiendas de su propia grandeza. Imagíneselo: un hombre corriente y austero llevando dentro un genio que lucha por sobrevivir tras un envase de gris modestia.

  • ¿Algo así como el genio de Aladino?

  • Le ruego que no sea tan sarcástico. El propio Pessoa subrayó está cuestión cuando decía aquello de:
    "¿De qué me sirve llamarme genio si soy ayudante de contabilidad? Cuando Cesário Verde hizo que le dijeran al médico qué era, no el señor Verde, empleado de comercio, sino el poeta Cesário Verde, se valió de uno de esos verbalismos del orgullo inútil que exudan el olor de la vanidad. Lo que siempre fue, pobrecillo, fue el señor Verde, empleado de comercio. El poeta nació después de su muerte, porque fue después de su muerte cuando nació la estimación por el poeta"
    Yo voy hacer que su tío nazca, es decir renazca, como el gran escritor digno de la admiración de todos.

  • Demasiada olla para tan poco caldo, aunque teniendo en cuenta que era director de una sucursal bancaria lo tiene un poco más fácil que el ayudante de contabilidad.

  • No logro entender esas reticencias a reconocer la brillantez de su tío. ¿Qué me tiene que decir de su obra magna "Paupérrimas pasiones pasivas"?

  • Un regalo.

  • ¿Un regalo?

  • Un regalo de su amigo, el célebre escritor, a cambio de algún que otro crédito con bajo interés. Aquel hombre era un tremendo derrochador, mi tío le salvó alguna vez del embargo y se le agradeció regalándole un manuscrito. Le decía: "a falta de dinero, te regaló un poco de fama. Otra cosa no te puedo dar"

  • ¿Y los relatos cortos, los artículos de prensa y demás publicaciones?

  • Muy fácil, el célebre escritor no pudo resistir la tentación de hablar con sus cofrades sobre la liberalidad monetaria de mi tío y a éste le había gustado la cosa del intercambio. Basta con atar cabos.
    Siento chafarle la tesis.

  • ¿Qué dice? Ahora es cuando se pone más interesante.
    Un autor sin obra.
    Un escritor sin textos.
    ¡Nadie podrá llegar tan lejos!

08 octubre 2008

Mis exquisitos malvados